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DESTERRADAS

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En 1789 Mary Haydock fue condenada por un tribunal de Londres a morir en la horca. Tenía 14 años y había sido acusada de robar un caballo. Unas semanas después el rey Jorge III conmutó las penas a muerte de todas las mujeres británicas por el destierro a Australia. De este modo, Mary embarcó en el Lady Juliana junto a otras doscientas convictas y tras once meses de navegación llegaron a Nueva Gales del Sur.

Este tipo de condenas (penal transportation) formaron parte de las dinámicas de expansión de la Corona británica. El objetivo era poblar sus territorios extraeuropeos con el fin de consolidar su dominio colonial. Por ello, solía tratarse de mujeres y hombres jóvenes, de los que se esperaba que se convirtieran en colonos, formando familias, trabajando las tierras y construyendo casas y otras infraestructuras. A pesar de tratarse de una condena tan llamativa, la mayoría respondía a crímenes que hoy consideraríamos menores, generalmente robos y hurtos motivados por las paupérrimas condiciones de vida en la metrópolis. Entre 1787 y 1868 más de 2000 convictas británicas fueron trasladadas a Australia.

El traslado a Australia implicaba enormes riesgo para estas mujeres desterradas. Tras un viaje en barco de casi un año estaban solas en un territorio todavía por explorar,  que hasta ese momento había atraído a aventureros y buscadores de riquezas. A su llegada a Sydney Mary Haydock fue asignada como criada en la casa de uno de los funcionarios de la Corona británica. Dos años después se casó con un mercader y terrateniente con una sólida posición económica en la región, Thomas Haydock Reibey, con quien tuvo siete hijos (la imagen corresponde a una de sus hijas, Cecilia Wills). Tras la muerte de su marido Mary continuó con sus actividades mercantiles, llegando a convertirse en una próspera mujer de negocios. A su muerte, fechada en 1855, era considerada como uno de los miembros más destacados su comunidad. Las autoridades británica utilizaron la historia de Mary como ejemplo de la integración de las mujeres desterradas en las sociedades coloniales y, por tanto, del éxito de la política de colonización a través de penas de destierros.

Sin embargo, el destino de Mary era solo una de las posibilidades que podían esperar estas mujeres en las Antípodas. La mayoría de ellas no fueron enviadas a casas particulares de la élite local, sino a casas de trabajo (female factories), donde eran ofrecidas como esposas a los colonos solteros. Muchas sobrevivieron dedicándose a la prostitución. A diferencia de los hombres británicos que habían sido desterrados, tras cumplir sus condenas las mujeres no recibían tierras como parte de su función colonizadora. Sin embargo, en Australia se las conoce como las “madres fundadoras”, pues dieron a luz a los primeros colonos autóctonos y muchos australianos se reconocen como descendientes suyos.

Fuentes:

Imagen

Retrato en acuarela de Celia Wills, c. 1820. State Library New South Wales.

Disponible en Collection - State Library of NSW

Lecturas

- Hogg, R. y Brown, D. (2018). Rethinking Penal Modernism from the Global South: The Case of Convict Transportation to Australia. En Carrington, K. et alii (eds.).The Palgrave Handbook of Criminology and the Global South (751-774). Suiza: Spinger.

- Kercher, B. (2003). Perish or Prosper: The Law and Convict Transportation in the British Empire, 1700-1850. Law and History Review, Vol. 21, No. 3, 527-584.

- Suárez Lafuente, M.S. (2002). Creating Women's Identity in Australian Civilization. En Russell, E. (ed.), Caught Between Cultures: Women, Writing & Subjectivities (34-52). Amsterdam: Rodopi.

 

Webs

Female Research Center Inn.

Web creada por Magdalena Garrido Caballero y Ana Díaz Serrano.

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